No retires las redes a una tortuga marina enmallada, salvo si le va la vida


La tortuga boba que apareció recientemente en Mazarrón envuelta en un aparejo de pesca y botellas de plástico, durante una revisión. Imagen: CARM.

CAMPAÑA DE SENSIBILIZACIÓN 'Caretta a la Vista'

 

Hace escasos días se presentó la nueva edición de la campaña de educación y sensibilización ambiental 'Caretta a la Vista', cuyo objetivo es informar y concienciar a los bañistas, turistas y visitantes de los Espacios Naturales Protegidos sobre la vulnerabilidad de las tortugas marinas, y en particular de especies como la tortuga boba.

    Incluye la Red de Voluntariado de Tortugas Marinas ‘Territorio Tortuga’, que está coordinada por la Dirección General de Medio Natural, y que cuenta con la participación de decenas de voluntarios de asociaciones ecologistas y naturalistas y colectivos vecinales y ciudadanos, "que entre otras cosas van a recorrer las playas a primera hora de la mañana, antes de que empiecen a llegar los bañistas, para tratar de detectar intentos de anidamiento", apunta María José Gens Abujas, responsable del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de El Valle, situado en la ciudad de Murcia. Estas batidas se realizarán de manera especial en los puntos donde se han observado intentos de anidamiento en años anteriores, como las playas del Parque Regional de Calblanque, Peña del Águila y Monte de las Cenizas o La Manga, aunque también se llevarán a cabo en San Pedro del Pinatar, Águilas o Mazarrón.

    En el marco de esta campaña de voluntariado se llevan a cabo también talleres formativos y jornadas informativas, y se distribuyen folletos y carteles en los que se explica a los ciudadanos qué deben hacer en caso de detectar uno de estos intentos de desove. Solo el año pasado, y sumando tanto las acciones llevadas a cabo por los voluntarios como los mensajes por redes social y la difusión realizada desde los Programas de Información del Litoral en los parques regionales de Calblanque y Arenales de San Pedro del Pinatar, se logró alcanzar a cerca de 100.000 personas durante los meses estivales, además de formar a 170 interesados a través de las charlas y talleres impartidos por la Dirección General de Medio Natural.

Es época de avistar tortugas marinas en nuestras orillas que, en la feliz condición de gravidez, salen del agua en busca de un emplazamiento adecuado para depositar los huevos, tratando, como lo hacen las esforzadas madres del mundo animal, de asegurar un futuro y fructífero alumbramiento. Está la sociedad poco a poco concienciándose de que hay que compartir con ellas nuestro litoral arenoso, antaño de su total dominio y hoy mermado por edificaciones, chiringuitos o alteraciones de la costa. Va siendo hora de hacerles un hueco en nuestras playas y en nuestro ajetreado verano.

Pero no todo son dulces encuentros en la arena, también aparecen ejemplares heridos, enfermos o débiles, y entonces las mejores intenciones no siempre coinciden con los mejores remedios. Por ejemplo, ante un animal enmallado, no se debe retirar las redes salvo que comprometan la supervivencia del animal, pues la herida podría quedar al aire, infectarse y agravar la situación antes de poder poner al reptil a salvo en manos expertas. Además, la manipulación puede complicar otras dolencias, como una rotura de huesos o afecciones del estado interno.

Y es que la circunstancia más habitual en la que llegan las tortugas marinas al Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de El Valle, situado en la ciudad de Murcia, son los enmallamientos de extremidades, "que provocan falta de riego y necrosis que pueden hacer a su vez que el animal pierda la movilidad en la extremidad o incluso que sea necesario amputarla", relata María José Gens Abujas, responsable del Centro. Estos enmallamientos, como es el caso de la tortuga encontrada esta semana en Mazarrón, se producen con basura flotantes tipo redes fantasma, restos plásticos, cordeles y similares.

La siguiente causa, enumera Gens Abujas, son traumatismos debidos a colisiones con embarcaciones, y últimamente han detectado también embolismos gaseosos producidos por un síndrome de descompresión debido a interacciones pesqueras.

La ingestión de plásticos "no les afecta tanto ya que suelen poder eliminarlos, salvo plásticos duros tipo tapones, que sí les terminan causando la muerte por un síndrome de obstrucción", advierte.

Los enmallamientos "son muy llamativos porque suelen perder parte de las extremidades, aunque son animales muy adaptables y la recuperación y suelta es posible con muy buenos resultados incluso habiendo perdido hasta un 75% de movilidad de tres de las aletas", cuentan la también veterinaria. Las embolias gaseosas, sin embargo son más peligrosas, "ya que son más difíciles de detectar y si no lo tratamos a tiempo tiene un pronóstico realmente malo".

Así pues, ante cualquier encuentro con un animal de este tipo, el procedimiento es llamar al 112, o al Cecofor (968 177 500), dejarla en una caja o estancia a oscuras o a la sombra si es posible y no darle de comer ni beber. "No intentar quitarle nada porque sin los medios necesarios vamos a producirle más daño que otra cosa", aconseja Gens.

¿Dónde es más fácil toparse con una tortuga herida? Es posible, sin duda, hallarlas en la arena, pero muchos avisos les entran por buceadores. Y, para saber si realmente hay que actuar, "si el animal nos permite acercarnos, lo más normal es que no esté bien del todo", puntualiza la experta.

Desde el Centro de Recuperación saben que en la Región se recogen unas 18 a 20 tortugas marinas al año, de las que un tercio llegan con vida a las instalaciones. Prácticamente todas son tortuga boba, la ya familliar Caretta caretta gracias a las campañas de difusión y voluntariado de la Comunidad Autónoma, aunque en los últimos años ha entrado alguna tortuga verde (Chelonia mydas) e incluso, yéndonos más atrás en el tiempo, alguna tortuga laúd (Dermochelys coriacea), ambas en peligro de extinción.

Estas capturas, además de salvar vidas, son relevantes porque aportan información sobre la especie, cuya forma de vida hace que la larga etapa que pasa en el mar se conozca como 'los años perdidos'. Así, un ejemplar localizado el pasado enero en aguas de La Manga llevaba una marca metálica y un microchip, gracias a los cuales se supo que había sido liberado por el Oceanográfic de Valencia el primero de enero en El Saler (Valencia). El animal, tras recuperarse unos días en El Valle, fue devuelto al mar cerca de Bolnuevo, en Mazarrón, una zona adecuada para el anidamiento de esta especie que, como otras tortugas marinas, atraviesa una difícil situación y se considera vulnerable.


La tortuga boba rescatada en Mazarrón, descansando en el Centro de Recuperación de El Valle. Imagen: CARM. Arriba: ejemplar enmallado. Imagen: CARM.


Un momento del rescate de una tortuga boba (Caretta caretta) por los agentes medioambientales y personal entrenado. Imagen: CARM..

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Mónica Rubio. Periodista y Bióloga.