El manual está escrito por el conocido naturalista Conrado Requena Aznar

Las diez mantis de la Región de Murcia ya están reunidas en su primera guía


Conrado Requena Aznar, autor de la guía, delante de algunas de las imágenes que ilustran su manual.

Son solo diez. Grandes y pequeñas, verdes, marrones o grises, diurnas y nocturnas, de alas vistosas o con encantos más discretos, y todas tienen ya por fin su guía, el pequeño manual ‘Las mantis de la Región de Murcia’ que ha publicado el conocido naturalista Conrado Requena Aznar.

El librito es tan manejable como completo. Para confeccionarlo, entre 2016 y 2018 Requena se recorrió la Región de arriba a abajo buscando ejemplares de estos enigmáticos insectos o indicios de su presencia. Usando las cuadrículas UTM que dividen el territorio en cuadrados de 10 x 10 km, escudriñó pausadamente suelos, campiñas, matorrales, piedras y árboles de toda la Comunidad. Puso énfasis en los meses cálidos, de mayo a octubre, que es el mejor periodo para ver a estos artrópodos, e intensificó su esfuerzo en las zonas sin citas previas. Desarrolló la búsqueda aprovechando que llevaba entre manos un inventario de fauna regional, y aún así fueron horas y horas de concienzuda exploración. “Lo más duro fue recopilar la información”, admite. Pero si lo haces “fijándote bien, terminas encontrando mantis. Por ejemplo, debajo de las piedras hay puestas de Mantis religiosa, de la oratoria o de las tres Ameles murcianas”, revela. Y aclara que “unas son fáciles de identificar a simple vista, pero para otras viene bien hacer una foto en modo macro que puedas ampliar y ver detalles, eso ayuda a descartar especies”. Para las dudas más complejas, eso sí, se ha dejado asesorar por dos expertos, uno en Madrid y otro en Granada.

En 2018 dejó de censar y en sus ratos libres se puso a escribir este volumen, que le salió “con cierta facilidad”. Y a finales de 2019 ya lo tenía editado.

Lo más singular de esta guía son las fichas de cada animal, que incluyen el nombre científico de la especie y el de su descubridor; identificación, características morfológicas y rasgos que sirven para distinguirlas de especies similares; su distribución; hábitat en la Comunidad murciana y el ciclo de vida, con detalles útiles como en qué meses se ven más o en qué época del año comienza la reproducción. Varias fotografías, generalmente de macho, hembra y juvenil -que es una ninfa- y, en casos, la puesta -que recibe el nombre de ooteca- otorgan vistosidad y concreción a este apartado.

“Mucha gente llama Mantis religiosa a todas las mantis”, lamenta el naturalista. Pero no, en el libro aparecen también la Perlamantis -¡qué nombre tan bonito!-, las tres Ameles, la Sphodromantis, la Rivetina y la Iris oratoria, además de la Empusa pennata, quizá la más reconocible por su aspecto de palo (de hecho, en algunos sitio se la conoce como mantis palo), cuyos machos lucen unas llamativas antenas, y cuando ninfa destacan por las rugosidades en la cutícula de su abdomen notablemente curvo. Con esta singular belleza, es la estrella de las mantis en las redes sociales.

Requena ha inventariado diez especies en nuestra Región, aunque no descarta que, con el tiempo, pueda añadir alguna más ya que a poquitos kilómetros de nuestras fronteras hay citas diferentes. De la diminuta y nocturna Perlamantis, por ejemplo, solo encontró puestas de huevos -una en Calblanque y varias en Cieza-, suficiente para saber de su existencia, pero no ha visto un ejemplar adulto en esta Comunidad. Al respecto, las salidas al campo han resultado rentables pero insuficientes. Por ello, solicitó colaboraciones externas a naturalistas que ‘bichean’ normalmente por la Región, y como resultado le han llovido cientos de fotografías bien acotadas con fecha y lugar, que él iba identificando en casa. En la guía, “un poco más de la mitad son observaciones mías y algo más de un tercio son de otros naturalistas”, reconoce. Y con toda esa información ha podido elaborar los prácticos mapas de distribución de las especies murcianas que aparecen en el manual.

El libro repasa también la diversidad de especies en el mundo (África y el sureste asiático son los lugares con mayor número). Describe asimismo el ciclo de vida y la relación con el ser humano, incluidas las creencias sobre ellas y diversos usos, entre los que hay de todo un poco. En España, por ejemplo, “mucha gente se cree que son venenosas o que hipnotizan a la gente, pero ni son venenosas ni pican, y al manipularlas ni siquiera intentan morderte”, defiende. En cuanto a aquello de comer al macho, el técnico explica que en la Mantis religosa sí tiene lugar de forma habitual, pero en otras especies ni siquiera se da este comportamiento. “Ocurre sobre todo en condiciones de cautividad, cuando al macho le cuesta huir de la hembra y ésta termina cazándolo. Y entonces se comen abdomen, tórax y cabeza, lo que tiene chicha”.

Y es que son muy voraces. Cuando atrapan una presa utilizan las mandíbulas y las patas raptoras llenas de espinas, que se convierten en una trampa insalvable para sus capturas. “Comen muy rápido comparados con otros grupos de insectos, como con ansia”, dice, y “es carnívora toda su vida, cazadora de bichos menores que ellas, como pulgones u hormigas”. El tamaño aquí es relativo, así que cada mantis está especializada en un tipo en concreto de insectos. Las mayores pueden cazar langostas -siendo muy beneficiosas ante ciertas plagas- o mariposas grandes. La mayor en la Región es la Sphodromantis viridis, cuya hembra puede alcanzar los ocho centímetros, y es, por ejemplo, bastante común en Cartagena, en parques como el de Carthagonova, “donde en los árboles, si te fijas, hay un montón de puestas”, deja caer para deleite de los aficionados.

La puesta de los mantodeos permanece un año. Hacen varias generaciones, de modo que las puestas de primavera nacen en cuestión de meses, pero las de otoño se quedan latentes durante el invierno para nacer en primavera. El número de ejemplares que contienen es fluctuante, desde unos pocos a un centenar en el caso de la Mantis religiosa, quizá la más popular. Después, la vida tiene una duración variable según la especie y la temperatura del hábitat, pero siempre breve. Las más grandes pueden llegar a vivir casi un año y las más pequeñas completan todo su ciclo de vida en poco más de un mes.

Y en ese tiempo se enfrentan a numerosos depredadores: pájaros, anfibios, reptiles como las salamanquesas, arañas y hasta unas avispas parásitas que ponen los huevos en las ootecas y sus larvas se alimentan de los huevos de la mantis, mientras que otras avispas grandes las pican, las paralizan, son capaces de transportarlas unos cuantos metros y se las llevan a sus agujeros donde les esperan sus larvas, que se comen a la mantis allí mismo…

Unas avispas parasitan sus puestas y otras las paralizan, se las llevan al nido, y se las comen

Una vida breve, intensa y llena de peligros para un animal tan frágil, apenas más resistente que una mariposa, que Requena ha dedicado un oportuno apartado a las recomendaciones y buenas conductas para su observación. Afortunadamente, ninguna está amenazada en la Región (en la península Ibérica hay una especie que sí lo está). Su principal problema es, como le ocurre a la fauna en general, la pérdida de hábitats, y en particular a alguna especie le afecta la contaminación lumínica porque la luz les atrae y con ello no sólo pierden tiempo de reproducción sino que se desorientan y se quedan más expuestas a los depredadores.

Tras comprobar que no había publicaciones sobre mantis en la Región, ni guías ni atlas, Requena encaró la redacción de este libro. La chispa había surgido en 2009 en Calblanque, cuando coincidió en un evento sobre fotografía con un experto entomólogo, que hoy es uno de los asesores del manual. De su mano comenzó a aprender a identificar las distintas especies y ahora presenta, como hizo hace unos días en Cartagena, esta guía que puede ayudar a los aficionados a la naturaleza de la Región a adentrarse en una fauna poco conocida, envuelta en dichos, leyendas, fábulas y tradiciones. “Para ser insectos, son relativamente sencillos de identificar, y como en la Región de Murcia son pocos -saltamontes hay un centenar, y escarabajos, cientos, compara- son también fáciles de aprender” anima.

Desde su portada nos saluda una preciosa Iris oratoria en posición defensiva, patas raptoras en alto y desplegando las alas, dejando a la vista su sorprendente colorido. Con este trabajo, Requena se ha reencontrado con un grupo faunístico que ya apreciaba "desde crío" y que, sin duda, se merecía un libro como éste.

 

Puesta de mantis localizada el 1 de enero de este 2020 en El Valle. Aún sin identificar, echaremos mano de la guía de Conrado Requena. En todo caso, ¡dicen que da suerte!

Mónica Rubio. Periodista y Bióloga.