La jara de Cartagena se viene a casa

Una iniciativa en La Pobla de Vallbona se erige como un proyecto piloto en España de custodia temporal de una especie amenazada en domicilios

Los vecinos de la localidad valenciana de La Pobla de Vallbona están disfrutando estos días de la oportunidad de acoger en sus hogares, y cuidar hasta su implantación en campo, de un ejemplar de la amenazada jara de Cartagena, una planta al borde de la extinción. La iniciativa de la Generalitat Valenciana se convierte así en un proyecto piloto en todo el país, único y original en tanto que busca implicar a la sociedad en la recuperación de una especie protegida a través de su custodia temporal en viviendas particulares.

Para Pablo Ferrer-Gallego, biólogo del Servicio de Vida Silvestre y Red Natura 2000 de la Generalitat Valenciana, de quien surge esta idea, se trata de una actuación de educación ambiental. El técnico tenía en mente que la ciudadanía suele participar en acciones de plantación, como el día del árbol. Y «la actividad ambiental es muy bonita, pero le falta el vínculo real con la planta», explica. Pensó entonces: «imagínate si se trata de una especie amenazada, y si además puedes participar en el complejo plan de recuperación. Porque mi idea es ésa: que la ciudadanía forme parte del Plan de Recuperación de muchas formas pero, de momento, participando en esta parte del ciclo de su vida».

Y así se ha hecho, con la entrega de 20 plantitas en el marco de la Jornada ‘Custodia de plantas de jara de Cartagena’ que, convocada por la Consellería de Medio Ambiente de la Generalitat Valenciana y el Ayuntamiento, se celebró la semana pasada y a la que asistieron vecinos de La Pobla de Vallbona y localidades cercanas.

A PARTIR DE UN ÚNICO EJEMPLAR

El municipio escogido para esta iniciativa ha sido La Pobla del Vallbona porque aquí existe la única planta de jara de Cartagena de toda la Comunidad Valenciana. Es el ejemplar original, natural y silvestre, a partir del cual la Generalitat ha desarrollado todo el Programa de Recuperación de la especie.

     Dese el año 2012 no trabajan con clones. Todos los nuevos ejemplares los han obtenido a través del programa de manipulación de germoplasma, en el que hay cruces de polinización asistida entre individuos de diferentes progenies, «pero todos proceden del único ejemplar silvestre de La Pobla de Vallbona, que se había dicho que era estéril pero no lo es: se ha corroborado que hay una autocompatibilidad. Y en 2012 pudimos coger semillas y producir planta a partir de ese ejemplar», relata Pablo Ferrer-Gallego.

     En todo caso, señala, el plan de manejo de germoplasma, después de estos años, permite producir cientos y miles de plantas. De ellas, hace dos selecciones temporales, y todos los ejemplares que no cumplen con un mínimo imprescindible de calidad de planta se desestiman para el plan de Recuperación. Sólo los más fuertes, los vigorosos, los que no tienen enfermedad, se introducen en el medio natural.

En la sesión se repasó la situación que está atravesando la jara de Cartagena, la única especie vegetal declarada en situación ‘Crítica’ en España; se informó del proyecto y se invitó a los asistentes a la custodia. A quienes accedieron, se les trasladó una serie de pautas sobre el cuidado de la especie, como no regarla mucho, no exponerla demasiado al sol, el abonado, saber cómo va a crecer o qué hacer si aparecen, hongos, insectos u otras enfermedades… Al recoger su plantita enmacetada e identificada individualmente, se les entregó también un diploma nominal por su contribución al Plan de Recuperación, y que tiene vinculado un compromiso de hacer un uso lícito de ella, de modo que, por ejemplo, impide que la puedan comercializar. Pero «no se trata de asustar, sino de seducir. Que sepan que lo que tiene en sus manos es un ser vivo de valor incalculable, con lo que aumenta la responsabilidad y obliga a intentar hacerlo lo mejor posible», detalla el biólogo.

Los pequeños ejemplares entregados, de tres o cuatro meses de vida, proceden del vivero de la Consellería. Los voluntarios se han comprometido a mantenerlos en su casa a lo largo de todo el periodo estival y parte del otoño. Durante este tiempo los verán crecer, desarrollarse y hacerse fuertes, antes de poder introducirlos en campo, previsto para después de que haya mediado noviembre.

En todo caso, si las plantas no prosperaran, la supervivencia de la especie está asegurada. El futuro de la jara de Cartagena, o estepa, como también la llaman, no está supeditado a esta actuación. No es ése el objetivo. «La especie no se va a salvar de la extinción porque 20 vecinos tengan una planta, pero 20 plantas en la cabeza de 20 vecinos es mucho más interesante que 20 plantas que en la naturaleza», resume la esencia de esta iniciativa Ferrer-Gallego. De hecho, ahonda el experto, «el éxito de la actividad no es que la planta viva, sino la inoculación en la mente de una persona que una planta amenazada puede ser custodiada por la ciudadanía, y que la ciudadanía puede formar parte del plan de recuperación».

Y esto es solamente el inicio, porque la idea es que cada voluntario se identifique con su ejemplar y amplíe su custodia: que pueda visitar su planta, regarla, hacerle fotos cuando estallen sus delicadas flores rosas y apergaminadas, o vigilarla mediante un monitoreo, siempre con la supervisión de la Administración, cuenta Ferrer-Gallego.

Más aún, en un futuro, esta custodia puede ir más allá, y así se podrían entregar semillas para que los voluntarios las puedan plantar. «Porque la sociedad lo es todo, es la potencia máxima, mucha gente haciendo poquitas cosas es una gran actividad», defiende entusiasta.

La gente aquí quiere a la jara de Cartagena, pero no es el único caso en peligro. El catálogo valenciano de especies amenazadas tiene 75 entradas, algunas también en situación muy delicada. «Lo que busco con esto es captar a estos voluntarios para futuras acciones. La jara de Cartagena es emblemática, y está bien comenzar con un emblema».

De hecho, su idea contempla asimismo «externalizar trabajos que hasta ahora ha hecho únicamente la Administración valenciana, porque le toca, pero en los que no ha contado con la ciudadanía. De esa forma, la recuperación de la planta no necesitaría todo el presupuesto que le estamos dedicando ahora. Hoy son 20 voluntarios, pero imagínate si son 500», sopesa. Y siempre con una visión educativa, porque no en vano, añade, «entre todos los trabajos técnicos que hacemos, como recolección de semillas, producción de planta y plantaciones, hay una parte pedagógica que consideramos muy importante».

En todo caso, el coste de esta iniciativa, cuenta, es cero. Por poner un ejemplo, la producción de la planta se ha beneficiado del Fondo Europeo Agrario de Desarrollo Rural Feader. «Cualquier inversión de fondo público en recuperar la naturaleza es un fondo muy bien invertido, porque cada metro cuadrado de espacio natural, cada especie, cada población, cada individuo que recuperemos es una inversión a largo plazo. La pandemia nos ha hecho ver que la naturaleza lo es todo, y que nosotros formamos parte de la naturaleza. Qué son 100.000 euros en un plan de recuperación, no es nada, eso es lo que cuestan 20 metros de autopista», compara.

Acción innovadora y mucha consulta previa

Para poder llevar a cabo esta actuación, el técnico de la Generalitat se ha informado profusamente. «Las especies amenazadas siempre han estado bajo una normativa muy dura que limitaba mucho su manejo por el miedo al uso ilícito de ese material», aclara.

Antes de dar los primeros pasos, y como la tenencia en Custodia temporal en casa de un ejemplar vivo amenazado no se había hecho antes, lo puso en común entre los diferentes técnicos del Servicio, los cuales concluyeron de común acuerdo que desarrollar esta actuación podía ser de gran interés para el propio Plan de Recuperación. Posteriormente realizó una consulta al Comité Científico Asesor, un grupo de personas externas a la Consellería que valora si la actividad es adecuada o no, que respondió positivamente. 

Así, obtuvo todos los permisos, porque si bien es cierto que la jara de Cartagena (Cistus heterophyllus subsp. carthaginensis) está protegida y su posesión prohibida, bajo la fórmula de la Custodia temporal la planta sigue perteneciendo a la Administración.

Y no es sólo que haya obtenido el respaldo para ir adelante: «es más, creo que se debe hacer porque hay un artículo en el Plan de Recuperación de la especie que indica que la sociedad forma parte del plan, es decir, que éste debe ser abierto a todo aquel que quiera participar. Esto es el germen, el embrión, acaba de empezar. En mi cabeza tengo un montón de cosas que podemos hacer en toda la geografía valenciana. Todas las especies tienen una historia y hay que saber contarla, conectar con la gente y estimlar el vínculo emocional de las personas con ese ser vivo», lanza al vuelo sus deseos Pablo Ferrer-Gallego. 

La curiosa historia de la jara de Cartagena

La jara de Cartagena vive sólo en el levante español: en la Región de Murcia, donde llegó a haber sólo 20 ejemplares envejecidos, y en la Pobla de Vallbona (Valencia), donde se localizó un único ejemplar.

En la Comunidad murciana aparece en el tramo oriental de la Sierra de Cartagena, y diversas actuaciones en campo de la Universidad Politécnica de Cartagena y de la Comunidad Autónoma, principalmente a través de un proyecto LIFE que ya acabó, han revitalizado sus poblaciones, han creado nuevos núcleos y han aumentado el número de individuos. Así, en los seis núcleos poblacionales introducidos en otoño de 2017 cerca del Llano del Beal se plantaron alrededor de 300 nuevos ejemplares.

Igualmente, en la Comunidad Valenciana se inició en 2016 un proyecto de reintroducción.

Este pequeño arbusto suele alcanzar una altura que no sobrepasa el metro y medio, y vive en claros de pinares de carrasco, en pastizales y matorrales.

Se la considerada un endemismo del levante español como una subespecie del taxón Cistus heterophyllus.


Pablo Ferrer-Gallego, biólogo del Servicio de Vida Silvestre y Red Natura 2000 de la Consellería de Medio Ambiente de la Generalitat Valenciana, en la jornada divulgativa sobre el proyecto. Imágenes, cortesía de Pilar Gil.

Mónica Rubio. Periodista y Bióloga.