Buscando agua de vida para los anfibios de la Sierra de La Pila

Caramucel, Naturaleza e Historia halla nuevas poblaciones de este grupo de fauna en el Parque Regional

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La Pila es una de esas sufridas sierras del sureste español donde el agua es cara de ver. Calurosos veranos y largas sequías se entremezclan con esporádicos episodios de lluvia y con la celebrada nieve que, de cuando en cuando y como un eco de climas pasados, visita alguna primavera sus hermosas cumbres. La asociación Caramucel, Naturaleza e Historia está buscando ahora, y por segundo año consecutivo, rastros de esas aguas cuya existencia supone para los anfibios la delgada línea que separa el estar presentes en el Parque Regional (PR) o desaparecer. Es el agua de vida para los anfibios de la Sierra de La Pila.

Las masas de agua que busca Caramucel pueden ser en realidad del tamaño de un pequeño charco. Naturales o artificiales, son fundamentales para los anfibios. A estos, les basta una pequeña lluvia o un día húmedo para que se atrevan a salir de su refugio y se lancen a criar “porque los puntos de agua están ahí, y eso es lo bueno que tienen”, defiende Héctor Quijada, naturalista y una de las caras más visibles de la asociación. Para saber de cuántos puntos de agua disponen, la entidad inició el año pasado una campaña que se prolonga este ejercicio y que continúa dando sus frutos. De hecho, no solo han sumado nuevos puntos de agua a los ya conocidos, sino que se están adecuando los deteriorados y además el trabajo ha permitido también el importante hallazgo de nuevas poblaciones de anfibios.

1.jpgAl respecto, Quijada recuerda que en los estudios previos a la elaboración del Plan de Ordenación del PR apenas se había esbozado la presencia de anfibios en el territorio. “Se venía a decir que estaban los clásicos: sapo corredor, sapo común, algún sapo de espuelas, y se citaba al sapo partero pero no ponía dónde. Y, definitivamente, señalaban que como la sierra es pobre en puntos de agua, pues no era un grupo faunístico de interés”. Pero en 2015, apunta el también guía en espacios naturales, se detecta sapillo moteado en dos bebederos cinegéticos de Abarán, “y no estaba ni siquiera citado en la zona”, recalca.

Estos bebederos cinegéticos son estructuras seminaturales que se construyen levantando un pequeño muro para aprovechar la roca caliza, la cual se llena de agua al igual que ocurre de forma natural en los llamados calderones, las oquedades de la roca donde se acumula el agua cuando llueve. Y hay por lo menos una docena de ellos la localidad, levantados en los años 90, lo que supone una buena inyección de esperanza.

2.jpgCon estos datos, en 2016 se empieza a recorrer toda la sierra buscando estos puntos de agua tan pequeños, que están sobre todo en Abarán, y se detectan anfibios en siete nuevos puntos de agua. Y en 2017 ya estamos en diez. “De la nada, de una situación anecdótica, se pasa a que los anfibios sean uno de los grupos de fauna más relevantes del parque, y con cinco especies, algunas de ellas amenazadas: sapo corredor, sapo partero común, sapillo moteado común, rana común y sapo común”, repasa Quijada.

Su estudio les ha deparado alguna bonita sorpresa, como hallar sapo partero común en un decantador de un depósito de incendios. “Es curioso, porque necesita puntos donde el agua permanezca más tiempo porque su desarrollo larvario es más extenso. Y ahí están criando”, sostiene Quijada.

Y ya no solo es la importancia que estos descubrimientos tienen para la biodiversidad del parque, es también que además de repasar y encontrar anfibios en las infraestructuras antropogénicas, también se han hallado en lugares naturales. Por ejemplo, han dado con el sapo corredor en los citados calderones, que son estructuras “súper efímeras. El agua aquí dura muy poco, y más estos años en los que a pesar de que llueva, luego hace mucho calor y enseguida se evapora”. Quijada apunta que se puede esperar encontrar en estos puntos a las especies que mejor saben aprovechar los recursos temporales porque su ciclo larvario es corto, como sapo corredor y sapillo moteado, porque ambas “aprovechan increíblemente las zonas secas y semiáridas”.

13.jpgEsta situación hace que el Equipo Gestor del parque deba plantearse qué hacer con estas infraestructuras antrópicas. Y la idea ha sido, desde el principio, mantenerlas. Así, desde el año pasado, las que estaban en mal estado se han ido impermeabilizando, reforzando, incorporando mejoras o corrigiendo según los casos.

Una adecuación que, además de evitar que el punto de agua se seque, elimina unas situaciones que suponían una verdadera trampa mortal para parte de la fauna. Y es que los responsables saben que el acúmulo de agua atrae a la fauna, que entra en la infraestructura pero no pueden salir. Así ocurre, por ejemplo, en las arquetas de sedimentación de los aljibes, de los que quedan una docena en el parque. Suelen tener agua la mayor parte del año, están abiertos y aquí se han ahogado arrendajos, ardillas, conejos, rayones... e incluso sapo corredor. Así que así se los ha dotado con rampas, con lo que se evita un punto negro y se crea una nueva área de uso para los anfibios como zona de reproducción o refugio. La idea es que en esta segunda edición de las actividades de voluntariado y sensibilización para la conservación de anfibios en el PR de la Sierra de la Pila se instalen rampas en todas las arquetas de aljibes del parque.

Y después, de cara al futuro, adelanta Quijada, ya quizá planteen otros objetivos como crear algún punto de agua en algún lugar que sea necesario. Todo ello, como hasta ahora, de la mano de la Oficina de Impulso Socioeconómico del Medio Ambiente de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia.

actividades_sensibilizacion_fuente_higueY todo este trabajo, en el que la participación de los voluntarios es fundamental, se aprovecha también para reforzar “la otra gran labor de los parques regionales, que es la educación ambiental, en la que La Pila iba un poco floja”, detalla Quijada. En este caso, llevan a cabo tanto la adecuación de estos mínimos humedales como itinerarios ambientales, y se aprovechan de que “esta actividad da mucho juego porque hay puntos de agua bastante accesibles, y como son pequeños todo es muy visible: si vas al punto y se están reproduciendo, los ves sin gran esfuerzo, por lo que son muy útiles para educación ambiental y voluntariado”, explica el técnico, quien se alegra de que además este año está siendo muy bueno “y estamos viendo larvas y puestas constantemente desde principio de año”. Sapo corredor, sapillo moteado y partero son localizados con facilidad, sobre todo en desarrollo larvario, dice, y aclara que de cara a los adultos “hay que ajustar un poco más la época e ir al atardecer”. Pero anima a su vez a realizar visitas en un anochecer o directamente nocturnas, si se dan las condiciones climatológicas, “los sonidos son una de las cosas más importantes de los anfibios. En la noche de la sierra de La Pila podemos escuchar al menos tres tipos y algunos muy curiosos, como el del sapo partero común”, deja caer. Todo ello, antes de que entre el verano, ya más caluroso, hayan hecho la metamorfosis y se vaya de las charcas.

Así que estas fechas constituyen sin duda uno de los mejores momentos para visitar el PR de la sierra de La Pila. No hay que olvidar que uno de los aspectos de mayor interés es su riqueza florística, con más de 630 especies vegetales incluidas sus especies protegidas, endemismos y rarezas, y ahora mismo se está desplegando la floración en todo su ser. Y estas son también jornadas espléndidas para ver sus aves. Y a ello se une ahora la posibilidad de disfrute de anfibios, que a final de la primavera y principios de verano están terminando el desarrollo larvario, y cualquier año de lluvias tardías quizá haya una puesta en abril... Si sumamos todo ello, quizá el PR de la Sierra de La Pila que abraza los municipios de Abarán, Blanca, Fortuna, Jumilla y Molina de Segura deje de ser uno de los más olvidados de la oferta regional y reciba el empuje que le falta. Caramucel, al menos, está contribuyendo a ello.

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Izq.: larvas de sapo partero común (Alytes obstetricans pertinax) localizadas en una infraestructura. Dcha.: sapo corredor (Epiladea calamita) en un bebedero para la fauna. (Fotos: Caramucel).

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 Sapillo moteado común (Pelodytes punctatus) fotografiado por José Manuel Zamora en una de las actividades de Caramucel.

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A la izda. una actividad de observación y registro de puntos de agua del año pasado. A la dcha. uno de los tipos de bebederos que más atraen a los anfibios (Fotos: Caramucel).

Mónica Rubio. Periodista y Bióloga.