El fabuloso vuelo de la ciervo volante

Siempre es un espectáculo encontrarte con un ciervo volante, el mayor de los escarabajos europeos; pero si lo ves volar, el encuentro es mayúsculo. Más aún si es una hembra, y una hembra enorme, como fue nuestro caso, ya que algunas investigaciones dicen que las hembras vuelan menos que los machos. Un ejemplar que, además, nos dejó unas escenas impagables, exhibiendo un comportamiento que creemos que pueden resultar de interés para los científicos.

No voy a pararme en describir al ‘bicho’, tenéis decenas de páginas para ello y además abajo añado algunas de sus curiosidades. Pero sí os diré que la alegría fue inmensa. Y lo que es esta hembra, voló en todo lo suyo.

Lo primero que oí esta reciente tarde de julio fue un zumbido, y eso que estaba aún lejos. Algo se movía a mi izquierda sobrevolando el tenderete, algo que se entretuvo unos segundos, como investigando; pero el tenderete no le sedujo lo suficiente y viró en mi dirección. Por el tamaño de lo que se me venía encima me di cuenta de que era un ciervo volante, convencida de que sería un macho. Y va ella y se posa justo delante de mí. Afortunadamente, yo estaba allí cámara en mano observando un acúmulo de maderas viejas y otros enseres listos para ser retirados y que se habían convertido en un estratégico ‘hotel de insectos’ natural, de esos que surgen espontáneamente por todos los jardines rurales. Allí había arañas, opiliones, hormigas y otros artrópodos varios, que perdieron protagonismo cuando ‘la reina’ hizo acto de presencia.

Ella, despreocupada de mi existencia, escogió un viejo palet y enseguida descendió entre los huecos internos, húmedos y oscuros de la estructura. El día estaba cediendo, aunque aún quedaban bastantes minutos de luz. Como me fue imposible encontrarla y no me gusta en absoluto molestar ni manipular a los animales, me retiré a cenar, pensando que había sido una grandísima experiencia.

Puesto que estaba de vacaciones y no somos de madrugar, a la mañana siguiente, después del largo descanso y relajado desayuno, salimos de nuevo a disfrutar del jardín del caserío, situado en un monte de la cornisa cantábrica española. Por la pared soleada ascendía lo que parecía otra hembra, pero mucho más pequeña. Era, sin embargo, un primo de la anterior un ciervo volante menor (Dorcus parallelipipedus).

Avanzó la tarde. El jardín estaba magnífico. En el interior, próximos a la tapia y en agradecido desorden, hay manzanos de fruta rojísima que caía, madura al extremo, de tres en tres piezas, golpeando el suelo: ‘toc-toc-toc’; junto a perales, higueras, avellanos, nogales, olivos y pomelos. Extramuros, la flora silvestre con abedules, castaños, alisos, sauces y robles. Y allí, en el punto más elevado del ‘hotel de insectos rural’, apareció de nuevo la gran ciervo volante.

Paladeando el aire

Y la escena que nos regaló no tiene precio. Ese variable día de finales de julio –el mes por excelencia para observar a estos artrópodos- esa bonita Lucanus cervus recorrió primero su pequeño territorio y se dispuso a reconocerlo dando vueltas sobre sí misma. Y, sobre todo, oliendo el aire, degustando sus sustancias químicas llenas de información que aún desconocemos, pero que parecía que le resultaban sumamente interesantes.

El impulso vital de los adultos es procrear. Son conocidas las luchas de los machos por lograr la cópula. El macho escolta a la hembra fecundada durante un tiempo, que varía entre unos minutos y algunas horas.

+ Al parecer, en este periodo reproductivo apenas les hace falta alimentarse. El macho, de hecho, lo tiene bastante complicado con sus grandes mandíbulas. Los científicos creen que le basta con sus propias reservas, pero que también pueden succionar alimento de las frutas maduras. Los buscamos bajo los manzanos, pero no los encontramos. Las hembras suelen succionar savia de los troncos de los árboles.

Un reciente artículo científico describe por primera vez una observación directa de apareamiento de ciervo volante en la naturaleza en España, realizada en 2019. El trabajo está firmado por Sandra Goded y Carlos Otero, y ha sido publicado este año en el Boletín de la Sociedad Entomológica Aragonesa. Se titula: Comportamiento reproductivo del ciervo volante Lucanus cervus (linnaeus, 1978) (coleoptera, lucanidae) en Galicia, España.

+ Tamaños aproximados: wikipedia habla de los 5 y 9 cm en los machos y los 2,8 y 5,4 cm en las hembras. El trabajo en Gran Bretaña señala que los machos miden de 2’5 a 7’5 cm; hembras: de 3a 4’5 cm. Estimamos que la hembra observada en esta ocasión rondaría unos 6 cm.

+ Depredadores (especialmente de las larvas): zorros, erizos, aves y gatos.

+ La especie está protegida en Europa. Está en el Anexo III del convenio de Berna (1979) y en el Anexo II de la Directiva Hábitat de la Unión Europea. Además es “especie de interés especial” del Catálogo Nacional de Especies Amenazadas y aparece en el Libro Rojo de los Invertebrados de España con la categoría de “preocupación menor”.

+ Se conoce muy poco sobre los hábitos del ciervo volante. Así que ánimo y a observarlo y a publicar datos que puedan ayudar a los científicos.

CURIOSIDADES Y DATOS

 

La especie pasa por cuatro etapas: huevo, larva, pupa y adulto -imago-.

+ Las larvas pueden alcanzar los 10 cm, viven de 4 a 6 años y se alimentan de madera podrida (son saproxilófagas). De ahí la necesidad de preservar los árboles viejos y la madera muerta de los bosques.

+ Descienden al suelo cercano para enterrarse y permanecer mes y medio como pupa.

+ El adulto emergerá al siguiente verano.

+ En la web La Manada, y otras fuentes, indican más posibilidades de encontrar ejemplares adultos en julio. Pero que en las zonas más frías de la Península puede que no salgan de su refugio hasta agosto.

+ Según el artículo del Grupo de Trabajo sobre Lucanidae Ibéricos, de 2005, el macho adulto vive muy poco, de quince días a un mes. Las hembras solo un poco más. Un artículo elaborado en Gran Bretaña y publicado en Biopedia, sin embargo, señala que sobreviven unos pocos meses, y que anteriormente se pensaba que los escarabajos machos adultos morían a finales de año, pero parece que algunos pueden sobrevivir el invierno.

No en vano, es época reproductiva: después de pasar las larvas largos años encerradas en la madera y de superar su etapa como pupa, la vida de estos insectos como adulto es insultantemente breve: los textos científicos hablan de quince días a un mes. Así que hay prisa, tanta que ni siquiera comer es una urgencia. Lo primero es lo primero.

Allí no apareció ningún macho, pero eso no desmereció lo que vimos. Ella se irguió cuanto se puede erguir un ciervo volante, estirando la cabeza hacia el cielo, abriendo la boca y moviendo palpos y antenas, dos órganos sensoriales. Estaba paladeando el aire, una y otra vez, desde un ángulo y desde el otro. Quizá buscando hormonas de algún macho cercano, quizá las suyas propias… De hecho, el artículo titulado ‘Biología del Ciervo Volante: de lo poco conocido y lo mucho por conocer’ en su versión de 2005, del Grupo de Trabajo sobre Lucanidae Ibéricos (S.E.A.), señala que no se ha encontrado ninguna feromona sexual femenina y sí una masculina…

La cosa es que esta hembra se movía en sus pequeños dominios, agitaba el abdomen arriba y abajo y, al poco, entreabrió levemente los élitros, esas dos alas protectoras, oscuras y coriáceas. Sin parar de moverse, expulsó un líquido blanco –probablemente, una simple deposición- y siguió agitando el abdomen.

Bastantes minutos después abrió de nuevo sus élitros, desplegó sus alas voladoras -¿quizá el movimiento abdominal tuviera algo que ver con ello?-, volvió a encogerlas… y por fin arrancó el vuelo, con su leve sonido a motor lejano, y salió volando, primero en una dirección, para perderse después entre los exquisitos frutales de la parcela.

NOTA: en conversación con naturalistas reconocidos, hemos podido contrastar que hay ciervo volante ven la Región de Murcia, en la zona de Moratalla, y que este año han estado muy activos. 

¡¡PON EL VIDEO EN GRANDE PARA DISFRUTAR MEJOR DE LA ESCENA!!:

Mil gracias al artista y compañero Antonio Tapia, que grabó las tomas y que siempre está dispuesto a meterse en todos los enredos relacionados con la difusión de la naturaleza.



Un macho de ciervo volante. A pesar de su fiero aspecto, sus mandíbulas son tan grandes que no cierran con fuerza, por lo que no puede hacer mucho daño al cogerlo. La hembra requiere más cuidado. En todo caso, mejor no manipular a la fauna.

Mónica Rubio. Periodista y Bióloga.