De vez en cuando, entre artículo y reportaje, encontramos un hueco para salir a bichear y, mira por dónde, esta semana ¡hemos rescatado unos 50 anfibios, entre ranas y sapos corredores, y un par de preciosas serpientes viperinas! Lo mejor, la buena gente y la satisfacción de hacer algo por la fauna.

Hicimos la salida animados por Conrado Requena, que se patea el campo revisando posibles 'trampas' para la fauna y rescatando todo tipo de animales en riesgo que encuentra. Ese día se unieron, algo más tarde, Mari Carmen Sanz y Juan David Ceballos, que junto a Conry forman un equipazo muy hecho al rescate. Con nosotros se vino también la colaboradora de elclickverde Susana Noguera, y entre todos repasamos un tramo a cielo abierto del trasvase que une el Embalse de Cuevas de Almanzora (Almería) con la ciudad de Lorca (Murcia) que, como casi todas las grandes infraestructuras de este tipo, atrae a anfibios y reptiles que, una vez que caen, no pueden salir, y mueren.

La quedada fue por la tarde, bajo el sol de justicia que, tras una benigna primavera, se ha anclado al cielo sin intención de bajarse hasta bien entrado el otoño, como tiene por costumbre. Una brisa intermitente aliviaba de vez en cuando el picor en la piel desnuda, protegida por la crema solar que, esforzada, apenas lograba cumplir su función. El hallazgo del primer reptil, sin embargo, hizo el milagro de olvidar al astro rey y hundir la vista en el suelo.

Habíamos accedido al interior de la infraestructura a la altura de una pequeña represa que retenía una buena lámina de agua en dirección a Almendricos y dejaba vacío el canal de ahí en adelante, libre para nuestro andarín repaso. Una pequeña cantidad de fango y agua había quedado a los pies de la represa, en la zona seca, y Conrado, que en un primer y efímero vistazo distinguió varios batracios, decidió dejarlos para la vuelta. Los anfibios estaban agazapados en el último reducto de su hábitat, y de seguro no se iban a mover de allí.

Conrado nos indicó cómo actuar. Guantes protectores para los anfibios, la dinámica consistía en ir levantando la mullida capa de algas que tapizaba todo el fondo del canal, a modo de alfombra infinita. Esperaba que, al despegar el tapiz, éste exhalara un aliento hediondo, cual largo bostezo dormido en el tiempo. Pero no. En la primera intentona, el escamoso cuerpo de una serpiente intentó escurrirse alfombra adentro. Llamé a Conrado, el único entendido allí en el tema. Y aprovecho para recomendar iniciarse en el rescate de fauna de la mano de expertos, tanto para evitar dañar a los animales como para no terminar heridos por alguno de ellos, así como para estar seguros de que los devolvemos a su hábitat más indicado.

La cosa es que era una serpiente viperina, pequeña y pizpireta, que guardamos en una bolsa de tela atada con una goma a la que dimos varias vueltas para evitar sustos. Y así, agachándonos aquí y allá, levantando zonas ahuecadas, plásticos, relieves donde las ramas del arbolado vecino se habían enredado, estirando del tapiz de uno y otro lado, cubrimos un buen trecho. Aquello de despegar la capa de algas tenía su punto adictivo: "podría estar haciendo esto toda la tarde", se sorprendió a sí misma Susana, mientras ella, Mari Carmen -que encontró otra viperina-, Juan David y Conrado iban sumando pequeñas ranas y diminutos sapos corredores, con su característico escape 'al paso' -ya que no saltan-, a las garrafas preparadas al efecto. Y Antonio, grabándolo todo.

Para que los animales no sufrieran, no pasó mucho rato hasta que volvimos al punto de inicio y rescatamos todos los anfibios que Conrado había visto allí al principio. Cerca de la pared de piedra, el agua, que ya estaba negra, se volvía espesa y extremadamente fangosa, y la 'cacería' tenía lugar a ciegas, por lo que cayó algún que otro cangrejo que, por supuesto, no llegó a la garrafa. La disposición de los elementos no hizo fácil ahí la captura de los anfibios, y Juan David se vio obligado a tumbarse, estirar el brazo e ir observando lo que extraía.

Finalmente, lo dicho, reunimos a las dos culebras viperinas (Natrix maura) en la bolsa negra y a los anfibios (Pelophylax perezi y Epidalea calamita) en dos garrafas. En un breve paseo en coche, los acercamos a un bonito paraje, donde el agua surcaba limpia y cantarina, y se perdía entre los tarays, y allí los soltamos.

La cifra de animales rescatados nos pareció estupenda, si bien el pasado 10 de junio, en otro tramo del canal, entre Huercal-Overa y la Sierra de Enmedio, Conry junto a otros naturalistas compañeros de bicheo llegaron a rescatar un polluelo de cigüeñuela, un juvenil de culebra de escalera y más de mil sapos corredores, casi todos metamórficos. Por nuestra parte, os animamos a continuar en esta línea, siempre con precaución y conocimiento, y de la mano de expertos. Es un pequeño gesto, pero da muchas satisfacciones.

¡Seguimos!

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Mónica Rubio. Periodista y Bióloga
2020-06-26

 

  • Rescate de la primera culebra viperina que encontramos ('Natrix maura')
    Rescate de la primera culebra viperina que encontramos ('Natrix maura').
  • Una de las garrafas, con ranas comunes ('Pelophylax perezi') y sapos corredores ('Epidalea calamita'). El ejemplar del centro muestra una malformación.
    Una de las garrafas, con ranas comunes ('Pelophylax perezi') y sapos corredores ('Epidalea calamita'). El ejemplar del centro muestra una malformación..
  • Conrado Requena, levantando un plástico enredado en el tapiz de algas del canal
    Conrado Requena, levantando un plástico enredado en el tapiz de algas del canal..
  • Rebuscando en el pequeño acúmulo de agua y fango
    Rebuscando en el pequeño acúmulo de agua y fango.
  • Susana Noguera liberó a los anfibios guardados en una de las garrafas
    Susana Noguera liberó a los anfibios guardados en una de las garrafas.
  • Juan David soltó en el agua a una de las pequeñas viperinas, que se alejó a toda prisa
    Juan David soltó en el agua a una de las pequeñas viperinas, que se alejó a toda prisa.
  • Un diminuto y regordete sapo corredor
    Un diminuto y regordete sapo corredor.
  • Varios momentos de la actividad. Abajo, a la izquierda, una rana muerta y reseca
    Varios momentos de la actividad. Abajo, a la izquierda, una rana muerta y reseca.
  • La estructura a pie de la presa obligaba a adoptar posturas incómodas para rebuscar
    La estructura a pie de la presa obligaba a adoptar posturas incómodas para rebuscar.
  • Imagen del canal, con la pequeña represa
    Imagen del canal, con la pequeña represa.