Un grupo de investigadores pertenecientes al grupo de trabajo de Seguimiento de la Salud de la Vida Silvestre Antártica del Comité Científico para la Investigación de la Antártida (SCAR) ha propuesto una serie de medidas para evitar que el Covid-19 llegue a la Antártida e infecte a la fauna, según informa en una nota de prensa el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), que forma parte del equipo. La nota relata que la enfermedad aún no ha llegado a este continente y que los cetáceos presentan un gran riesgo de infección.

El grupo se planteó qué pasaría si el covid-19 infectara a especies como las ballenas, los pingüinos o las focas de la Antártida. El Covid-19 es muy contagioso e, igual que ha pasado de una especie animal al ser humano, podría hacer el recorrido contrario, detalla el texto. Por ello, el equipo de investigación ha analizado qué posibilidades existen de que la enfermedad llegue y se expanda por el continente a través de las actividades relacionadas con la investigación y el turismo, y propone medidas para evitarlo.

Hemos evaluado el riesgo de transmisión inversa, de humanos a animales, en la fauna antártica considerando la información disponible sobre la susceptibilidad de los hospedadores, las dinámicas de infección entre humanos así como las interacciones que se producen entre seres humanos y la fauna antártica", explica Andrés Barbosa, investigador del MNCN. “Las condiciones ambientales del continente son a priori favorables para la estabilidad y propagación del virus. Las instalaciones cerradas de las bases donde conviven los investigadores o las embarcaciones que utilizan así como los cruceros turísticos podrían favorecer la transmisión entre humanos y, en función de sus movimientos entre diferentes localidades, el virus podría esparcirse fácilmente por todo el continente”, continúa Barbosa, quien agrega que "desconocemos el alcance que podría llegar a tener la expansión de este virus en la fauna antártica, por eso es imprescindible guardar la mayor de las precauciones”.

Entre las medidas propuestas se encuentra la realización de pruebas PCR y la cuarentena de las personas que vayan a visitar el continente, el confinamiento de las personas con síntomas o el uso de gel hidroalcohólico y la desinfección de todo el material textil y de manejo, cada vez que se tenga contacto con la fauna. Durante el manejo de animales debe ser obligatorio el uso de gafas, guantes y equipos de protección. El material de trabajo nunca debe dejarse desatendido evitando que la fauna pueda acercarse a él y debe limitarse al máximo el tráfico de personas entre las diferentes bases o barcos.

Actualmente la Antártida es el único lugar del planeta al que no ha llegado el Covid-19, pero se desconocen los efectos que el virus podría tener sobre la delicada fauna. Los datos de los primeros análisis sugieren que los cetáceos tienen gran riesgo de infección mientras que el riesgo en las focas o las aves parece menor.

Los análisis realizados a partir de lo que se sabe de la transmisión muestran que el grupo de mayor riesgo es el de los equipos de investigación que entran en contacto con la fauna mientras que los turistas o el personal de apoyo solo suponen un riesgo significativo cuando se aproximan a menos de cinco metros de la fauna antártica. Acercamiento que, dadas las normativas que rigen en el continente helado, no debería producirse en ningún caso. Por todo lo expuesto se debe aplicar el principio de precaución y ser extremadamente cuidadosos hasta que futuras investigaciones demuestren la presencia humana en la Antártida es segura para el ecosistema austral.

El trabajo de este un grupo de investigadores pertenecientes a varias instituciones se titula 'Risk assessment of SARS-CoV-2 in Antartic Wildlife' y ha sido publicado en la revista Science of the Total Environment.

2020-11-24

  • Foca en la Antártida. Imagen: Xiomara Cantera / MNCN
    Foca en la Antártida. Imagen: Xiomara Cantera / MNCN.
  • Infografía de la posible transmisión y expansión del Covid-19 en la Antártida. Imagen: Julia I. Díaz / MNCN
    Infografía de la posible transmisión y expansión del Covid-19 en la Antártida. Imagen: Julia I. Díaz / MNCN.