El año 2017 es uno de los peores para España en cuestión de incendios, según afirma Greenpeace en un comunicado.

Ante el próximo cierre de las campañas de extinción de incendios forestales en muchas comunidades autónomas, la organización ecologista ha hecho un balance de lo que ha supuesto este año en materia de incendios con el objetivo de mostrar una radiografía de uno de los problemas ambientales más importantes del país. Los datos confirman que se rompe la tendencia de mejora de los últimos años "ya que 2017 está siendo el tercer peor año del último decenio", con casi 101.000 hectáreas quemadas y 11.600 incendios, de los cuales 22 han tenido dimensiones superiores a 500 hectáreas.

En este balance, Greenpeace hace también mención especial al país vecino con el incendio de Pedrógão Grande (Portugal) con 65 muertos y 30.000 hectáreas considerado en Portugal como “la mayor tragedia de víctimas humanas de los últimos tiempos”

"Como advertía la comunidad científica, la frecuencia y virulencia de los incendios forestales aumentará durante el presente siglo como consecuencia del cambio climático. Si, además, sumamos que se mantiene la alta siniestralidad y los factores estructurales del monte español, abandono y falta de gestión forestal, tenemos el cóctel perfecto para años como el actual" advierte Mónica Parrilla de Diego, portavoz de Greenpeace. “Es fundamental que desde las administraciones públicas y la población se conciencie de lo mucho que queda por hacer”.

Greenpeace destaca que en 20017 se han incrementado una serie de datos. Así, con respecto a la media del decenio (2007-2017), ha aumentado en un 22,7% el número de Grandes Incendios Forestales (GIF), se ha ampliado en un 26,4% la superficie afectada y se ha elevado el número de incendios en un 10,4%.

Las comunidades más afectadas han sido Castilla León con casi 17.000 hectáreas y Andalucía con casi 11.000 hectáreas.

Respecto al número de incendios, las comunidades o provincias del noroeste (Galicia, Asturias, Cantabria y Euskadi y las provincias de León y Zamora) siguen sufriendo más de la mitad de los incendios producidos en todo el territorio nacional.

Sólo en los 22 Grandes Incendios Forestales se ha quemado casi 40.000 hectáreas, lo que representa el 39% de la superficie quemada total. Cada vez se quema más superficie en menos incendios, es decir la capacidad de extinción cada vez es más exitosa, sin embargo en situaciones adversas, el incendio queda fuera de control llegando a episodios dramáticos en los que es necesario la evacuación de miles de personas, sobre todo en zonas donde la interfaz urbano-forestal es más compleja. Los dos más devastadores fueron el ocurrido en Encinedo (Cabrera, León) y el de Moguer (Huelva) que pasan a formar parte de la lista de los incendios más graves de los últimos años.

Además, los incendios han afectado a muchas hectáreas de espacios protegidos de altísimo valor ambiental y social, como el ocurrido en el Parque Natural de Doñana, en Moguer (Huelva). Otros casos que hay que lamentar es el Valle del Jerte, Parque Natural Arribes del Duero, la Cumbre de Tejeda, la zona de Especial Conservación de Sierra de Cazorla, Segura y Las Villas, etc.

Cambio climático, sequía

La cuenca mediterránea convive con el fuego desde hace miles de años, sin embargo el cambio climático está cambiando la tipología de los incendios aumentando su frecuencia e, intensidad, escapando a los esfuerzos de los equipos de extinción. Los bosques se encuentran en una situación vulnerable frente a perturbaciones como el fuego, las plagas y enfermedades debido a las altas temperaturas y falta de precipitaciones. 2017 es uno de los años más calurosos desde que se tienen registros.

Para proteger los bosques, es fundamental la lucha contra el cambio climático. Para ello, es necesario desarrollar modelos de selvicultura que tengan en cuenta la variable del cambio climático para gestionar nuestro monte teniendo en cuenta el calentamiento global al que nos estamos enfrentando.

Por todo ello, Greenpeace solicita a las administraciones públicas medidas como la redacción de una política de prevención de incendios forestales y adaptativa al cambio climático, realizar planes de recuperación de zonas incendiadas, dotar a las Fiscalías de Medio Ambiente de más recursos para la investigación de las causas de los incendios y poder encausar a las personas responsables, el fomento de alternativas al uso cultural del fuego, evitar construcciones diseminadas en el medio rural o campañas de sensibilización a la población.

Y recuerda a los ciudadanos la necesidad de extremar las precauciones y la colaboración para identificar a las personas responsables, así como la importancia de no encender fuego en el monte y asumir el riesgo de incendio en el medio rural, elaborando planes de autoprotección en sus viviendas y urbanizaciones.

2017-10-12